El escultor cauriense Machaco ha creado la estatuilla de los Premios Ceres de Teatro 2012

Amparo Baró, Miguel Rellán, Miguel del Arco, Alfredo Sanzol, Eduardo Moreno, Juan Gómez-Cornejo, Antonio Belart, Antoñita, viuda de Ruiz, o Juanjo Seoaneson algunos de los premiados que ya conocemos del palmarés de la I edición de los Premios Ceres de Teatro. El Jurado de los galardones, presidido por la actriz Ángela Molina, ha decidido que son ellos, en sus diferentes categorías, los que deben hacer un hueco en sus vitrinas para colocar la estatuilla que recibirán el jueves 30 de agosto en el Teatro Romano de Mérida. Recogerán su premio en una ceremonia de entrega, presentada por el también actor Carlos Sobera, que comenzará a las 22.30horas y que reunirá a lo más granado del panorama teatral, cultural y social.

La filosofía con la que nacieron estos premios era integrar e implicar de manera absoluta y definitiva a Extremadura y su gente con el teatro en mayúsculas. Y qué mejor manera de hacerlo que proponiéndole a uno de los artistas extremeños más conocidos el diseño y creación de la estatuilla que recibirán los premiados.

Jesús Díaz Moreno Machaco (Coria, Cáceres, 1957) se ha inspirado en Ceres, la diosa griega de la tierra, la agricultura y la fecundidad, para realizar el galardón físico de los Premios Ceres de Teatro 2012. El pintor y escultor cauriense comenzó su carrera artística ha finales de los años setenta. Su primera exposición individual fue en 1978 en el Casino Nueva Concordia de su tierra natal, Coria. Durante los años sucesivos, fue llevando sus creaciones a otros puntos de la región, como Cáceres, Plasencia o Mérida, y a otros muchos de la geografía española, como Salamanca, Valladolid o León. En 1991 su obra se pudo ver en la Sala Alfama de Madrid, y desde 1997 existe una exposición permanente del artista en la Casa de los Caracoles, en Coria. Portugal y Francia también han acogido muestras del autor. A la vez, desde 1999 hasta la fecha ha realizado un total de 11 esculturas públicas que se exhiben en lugares como Coria, Salamanca, Les Herbiers (Francia) y Castelo Branco (Portugal).

La Diosa Ceres preside desde hace más de 2.000 años el Teatro Romano de Mérida. Fue testigo de los orígenes del teatro, de cómo se la gente disfrutaba o sufría por lo que presenciaba sobre las tablas debido al tan famoso efecto de la catarsis. Comedias, tragedias, coros, máscaras han inundado este espacio desde tiempos inmemoriales. Desde 1933, la diosa de la tierra y la agricultura ha visto pasar 58 ediciones del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. Desde la Medeaque encarnó aquel año Margarita Xirgu, a la Electra que hemos podido ver este verano, entre otras obras, en la piel de Ana Belén, han pasado todos los grandes textos del teatro grecolatino. Y no sólo una vez, sino que se han representado diferentes versiones, distintos puntos de vistas e interpretaciones sobre las mismas obras que, aunque fueran escritas hace más de dos milenios, siguen estando en plena y absoluta vigencia debido a los temas tan universales que en ellas se tocan.

Según la mitología, Ceres enseñó a los hombres el arte de cultivar y sembrar la tierra. Les mostró cómo de una semilla podía germinar toda una cosecha. Con el teatro hizo lo mismo: mostrar cómo de la semilla plantada durante unas horas en el escenario, podía germinar la cultura y el saber de toda una civilización que ha servido de base para nuestro mundo occidental tal y como lo conocemos.