Alcanzar el vellocino de oro debía de haber sido su mayor hazaña, pero acabó convirtiéndose en el inicio de su desgracia.
Tras hacerse con él gracias a la ayuda de Medea, Jasón le jura amor eterno y ambos huyen en busca de un lugar que los acoja. Al llegar a Corinto, Jasón pide ayuda al rey Creonte, pero este, a cambio de asilo, le exige casarse con su hija Creúsa.
Cansado de su vagar apátrida, Jasón accede y rompe su juramento. La traición a su palabra desata la ira de Medea y provoca la llegada de las Furias, enviadas por los dioses para obligarlo a que se enfrente a su pasado: solo si desciende a los infiernos podrá salvarse del baño de sangre que Medea está dispuesta a infligirle. Aunque si no logra reconstruir bien todos sus pasos, tal vez ni siquiera bajar al Hades sea suficiente…